Compasión
Doy lo que soy, recibo lo que hay
En la medida que me conozco, me comprendo y en la medida que me comprendo, me quiero y me acepto. Sin embargo, debo de reconocer que no todo lo que ahora soy me agrada, pues tengo actitudes y rasgos humanos que me gustaría mejorar y ante ello, también reconozco que la gente recibe de mí lo que hoy soy y no lo que me gustaría ser.
Si queremos saber lo que somos, no podemos imaginar algo que no somos ni creer en ello. Si soy codicioso, envidioso, violento, de poco vale que tenga meramente un ideal de no violencia, de no codicia […] La comprensión de lo que somos — feos o hermosos, malvados o dañinos, lo que fuere — el comprender sin distorsión alguna lo que realmente somos, es el principio de la virtud.
Krishnamurti
En la medida en que acepto mis matices, en esa misma medida puedo aceptar la forma de ser de los demás.
- En la medida en que acepto compasivamente mis malos ratos y mis rasgos negativos que deseo mejorar pero aun no logro hacer, en esa misma medida puedo tolerar compasivamente los malos ratos y los rasgos desagradables de los demás. Trato de ser compasivo conmigo y trato de extenderlo a los demás.
- En la medida en que acepto que no me agradan algunas personas y me permito no convivir con ellas, en esa misma medida puedo aceptar no agradarle a algunas personas y que no quieran convivir conmigo. Trato de ser compasivo conmigo y trato de extenderlo a los demás.
- En la medida en que acepto mi deseo y curiosidad sexual sin pena o culpa, en esa misma medida puedo aceptar el deseo o el rechazo de otras personas hacia mí sin huir o juzgar su sentimiento. Trato de ser compasivo conmigo y trato de extenderlo a los demás.
En esas ando, tratando y aprendiendo, fallando y corrigiendo, y estoy convencido de este camino porque he comprendido que si yo no me acepto tal como hoy soy, difícilmente mejoraré y no comprenderé a los demás tal como hoy son. Por eso trabajo en mí, porque así me desarrollo y al mismo tiempo mejoro la base de mis relaciones con los demás.
Me resulta útil permitirme ser yo mismo en mis actitudes; conocer el límite de mi resistencia o mi tolerancia, saber cuándo deseo moldear o manejar a la gente y aceptarlo como un hecho en mí mismo. Me gustaría poder aceptar estos sentimientos con la misma facilidad con que acepto los de interés, calidez, tolerancia, amabilidad y comprensión, que también constituyen una parte muy real de mí mismo. Sólo cuando acepto todas estas actitudes como un hecho, como una parte de mí, mi relación con la otra persona llega a ser lo que es y puede crecer y cambiar más fácilmente.
Carl Rogers