Defina su propia realidad psicológica
Consuma los pasteles que usted prefiera
Había una vez un pastelero que sólo vendía pasteles de chocolate y una persona a la que le molestaba ese pastelero. Al pastelero le gustaba el chocolate, nunca se imaginó que pudiera dañar a alguien si sólo vendía pasteles de chocolate. La otra persona pensaba que era absurdo que el pastelero sólo vendiera pasteles de chocolate, habiendo tantos sabores en la vida, «¡cómo diablos es que un pastelero sólo hace pasteles de chocolate!». Culpaba al pastelero por hacerle creer a la gente que en la vida sólo había pasteles de chocolate: «si no preparas pasteles de otros sabores, promueves que la gente crea que el único sabor de pasteles en la vida es el chocolate y eso es una gran mentira» — le decía la persona al pastelero — «no puedo creer que le hagas eso a la gente, eres un mentiroso. Me indigna tu actitud. Debes hacer pasteles de otros sabores, no sólo de chocolate».
Al pastelero eso lo desconcertaba. Comenzaba a pensar que tal vez era buena idea hacer pasteles de otros sabores. Entonces pensó en preguntarle a la persona qué pasteles le gustaría que hiciera, sin embargo eso sólo podía solucionar en parte el dilema de la persona. Eso no aseguraba que a la persona le gustaran los pasteles del pastelero. Además, si pudiera llegar a darle gusto a la persona preparando los pasteles con la receta exacta que la persona quería, ¿qué caso tenía la existencia del pastelero? Y si el pastelero decidía darle gusto de vez en cuando, eso sólo solucionaría en parte el problema. El pastelero ya se había encontrado antes a personas que pensaban del mismo modo, sabía que era inevitable encontrar a más personas que desearan pasteles de otros sabores y reconocía que no podría cumplir las expectativas y el gusto exacto de todas las personas que quisieran otros pasteles.
El pastelero finalmente tomó una decisión y le dijo a la persona — «lo invito a que visite otras pastelerías para que consuma los pasteles que usted prefiera, si en algún momento de la vida tiene antojo de un pastel de chocolate, puede volver e intentar probar uno de mis pasteles. Si no le gusta ninguno de mis pasteles de chocolate, siga buscando otros pasteles de chocolate en otras pastelerías.
Si de casualidad se da cuenta que ningún pastelero hace el pastel que usted quiere, por favor, por favor, por favor haga su propio pastel.»
Y del mismo modo, si hay personas que hablan de felicidad, espiritualidad, del sentido de la vida, de la moral y todo le parece mal, por favor, por favor, por favor…
Defina su propia felicidad.
Defina su propia espiritualidad.
Defina su propio sentido de la vida.
Defina su propia moral.
¡Defina su propia realidad psicológica!
Y permita que los demás definan y vivan sus propios conceptos anímicos.
Basado en un chiste popular que Elizabeth Gilbert cuenta en su libro Come, reza, ama.