Crece

Psicoterapia integral
2 min readOct 21, 2019

Sentía temor, inseguridad asociada a nuevas experiencias que se avecinan en mi vida, específicamente, nuevas formas de relacionarme con mi novia.

Me identifiqué con el pensamiento, con mi discurso mental que tomó la forma de 2 voces que parecían discutir sobre si era justificado mi temor o no lo era. Lo peor es que las dos voces parecían tener mucha razón. Una daba argumentos a favor y la otra en contra. Así es la mente, puede trastornarlo a uno racionalizando todo mientras empaña por completo la vivencia del presente:

— ¡Estás loco! ¿Seguro que deseas una relación abierta?
— ¡Sí, seguro! Ella te ama demasiado. Siempre volverá a tu lado.
— Ok, te ama, pero se puede enamorar de alguien más. Nada te asegura que «siempre volverá a tu lado».
— ¡Exacto! Nada lo garantiza, ni siquiera una relación tradicional. Así que prueba esta otra forma de relación…

Era difícil desapegarse del discurso mental esta vez. Era difícil desidentificarme del miedo esta vez. Fue entonces que en mi vista periférica noté un árbol enorme, un árbol largo y extenso que me dijo:

Estás creciendo, siempre, aunque no lo notes, aunque tengas miedo, aunque te sientas paralizado, aunque no “sepas” cómo. Siempre estás creciendo en todas las direcciones en que experimentas la vida.

Vi aquel árbol tan enorme y pensé que dentro de mí también estaba ese crecimiento que en él veía tan majestuoso. Toda su existencia y experiencia reflejadas en sus ramas que se extendían a lo largo del cielo me seguían diciendo:

Así te ves por dentro pero no lo notas. Eres maravilloso, haz crecido mucho y aunque tienes miedo, seguirás creciendo hacia donde te lleven tus experiencias, cada una de ellas. Confía pero sobre todo cuida conscientemente lo que vivan juntos.

Después de su mensaje seguía sintiendo miedo, pero ya estaba con mayor disposición a avanzar. Después de todo, era yo quien había propuesto el rumbo de esta nueva experiencia y sólo atravesándola podría realmente sentirla y conocerla. Además, en ese instante preciso, ¿qué más podía hacer? Sólo sentir que cada segundo de tiempo era un paso hacia lo desconocido como oportunidad de crecimiento, en lugar de la amenaza de un estado inmóvil e indefenso.

Su presencia es un hermoso regalo. ¡Ámala el tiempo que dure!

Facebook

--

--

No responses yet