Dejar ir a las personas
Soltar en paz o aferrarse con dolor
Cuando es tiempo de soltar a las personas — dejar ir amistades o parejas — a veces me siento como el niño ansioso que se sube al carrusel por primera vez y mientras el juego está en movimiento no quita la mirada de su madre, como si al dejar de verla, ella desapareciera y jamás volviera.
¿Por qué es difícil soltar a las personas? ¿Qué pasaría si el niño deja de ver por un momento a su madre? ¿Qué pasa cuando dejamos de ver a las personas?
¿A qué le tememos?
Nadie me ha enseñado a “soltar a las personas”, así que uno va aprendiendo a partir de hacerlo durante la vida. ¡Y más vale ir aprendiendo! Porque no aprovechar las malas experiencias y seguir repitiendo las malas formas — en este caso, mal soltar a las personas — , es emocionalmente muy desgastante. El verdadero error es no aprender de nuestras fallas.
Soltar a alguien que quieres o que quisiste o incluso amas (una pareja, por ejemplo), no podría menos que ser triste. De hecho, lo raro sería no sentir tristeza y dolor emocional cuando dejas ir a alguien. Pero la cuestión es, ¿qué tan triste tendría que ser?
Durante mi vida he soltado personas de una manera terrible, lo sé porque no sólo ha sido difícil y triste, sino que he sobrepasado el dolor natural convirtiéndolo en algo muy trágico y con mucho desgaste emocional. En el pasado he soltado con rencor, odio, inseguridad, dudas, de forma intermitente y haciéndolo muy tedioso y exhaustivo para los involucrados o al menos yo lo he sentido así. Ahora considero que, lo que es triste y difícil, no tendría por qué llegar a ser trágico y desgarrador.
A veces nos complicamos y entonces uno recuerda que lo más sencillo es lo más fácil. En este sentido, hay dos acepciones del concepto «soltar» que da la RAE que me parecen muy orientadoras para llevarlas a cabo literalmente:
2. tr. Dejar ir o dar libertad a quien estaba detenido o preso.
3. tr. Desasir lo que estaba sujeto.
Lo que se suelta no se «arroja» ni se «avienta». No se usa ningún tipo de fuerza, al contrario, solamente se «deja ir». En términos conductuales, sería como abrir la mano y ni siquiera moverla, no hacer ningún esfuerzo.
Cuando sueltas a las personas, ¿tiendes a aventar con agresividad o a dejarlas ir?
Hasta ahora, mis mejores experiencias «soltando personas», han sido aquellas en las que he dejado que suceda de forma natural, sin esfuerzo para mantener la relación o propiciar la separación.
Las personas vamos cambiando durante la vida y creo que es normal que a veces no nos sintamos del todo cómodos con las mismas personas. Antes trataba de que todo funcionara incluso yendo en contra de mi propia manera de ser. Por miedo, dejaba de ser auténtico para mantener una relación (amistad, noviazgo) en la que tampoco me sentía a gusto. Por miedo bloqueaba mi desarrollo personal dejando de ser yo mismo y además mantenía una relación disminuida.
Hace algunos años solté a una gran amiga que tuvo que vivir ciertas experiencias por su cuenta. Sentí que ambos nos fuimos soltando y aunque hubo momentos tristes, finalmente sucedió, nos dejamos de ver varios años. Sin embargo, gracias a que nos dejamos ir sin agresividad, nuestras puertas se mantuvieron abiertas. Mi amiga volvió cuando así lo sintió, platicamos de todo lo que habíamos vivido durante los años que no nos vimos y de nuevo sentimos una compatibilidad de nuestras almas. Nada fue forzado. Ahora ambos sabemos (porque nos lo hemos dicho), lo felices que nos hace tenernos de vuelta en nuestras vidas.
Si uno suelta sin «arrojar» o «aventar», el recuerdo de quien hemos soltado podría ser menos doloroso, quizás más adecuado para dejar la puerta abierta a un nuevo reencuentro cuando las almas nuevamente congenien.