Lo incómodo del desarrollo personal
Hace unos días me sentí saturado de conceptos de desarrollo personal (Twitter) y sentí negatividad hacia lo que se expresa de él.
¿Cómo puedo sentir negatividad hacia lo que — bien intencionado — comparten en redes sociales diversas personas? ¿Por qué se puede sentir rechazo hacia las expresiones de desarrollo personal y quizás hacia el desarrollo personal mismo?
Cuando compartimos con los demás las experiencias que nos sirven en nuestra vida lo hacemos por amor: la espiritualidad que practicamos, los conocimientos que aprendemos, los hábitos de salud que tenemos, los placeres que disfrutamos. Pero eso que comienza con una intención amorosa hacia el Otro, va diluyéndose conforme va imponiéndose y lo que se entrega con amor, se termina recibiendo como un intento desagradable de imposición.
En una ocasión, mientras comía en un mercado, se acercó a mí un hombre para pedirme dinero: «por favor deme una moneda, pero deje que me la gane.» Enseguida, sin que yo tuviera mucha elección, comenzó a hablarme acerca de la vida, de las dificultades, de sobreponerse y salir adelante. Me dio una lección de vida o al menos eso intentaba. Lamentablemente yo me encontraba comiendo y su discurso no fue bien recibido por mí. Sin embargo, debo reconocer que aquella persona me quiso dar ideas de desarrollo y eso me pareció un gran gesto.
¿Hay momentos específicos para el desarrollo personal?
Hace unos meses mi hermano me invitó al taller de un personaje que podría considerarse un gurú del desarrollo humano. En lo personal, no me agrada mucho su enfoque, pero mi hermano obtuvo un gran desarrollo a partir de sus cursos y fue tan insistente conmigo (me pagó una parte del taller), que decidí asistir. Desde el inicio no estuve convencido y es muy probable que esa falta de convencimiento haya filtrado mi experiencia durante el taller, de modo que no fue tan enriquecedor como lo fue para otras personas, quienes comentaron maravillas de la experiencia.
Después pensé que el gurú compartió algo que estaba delimitado por su historia de vida. Ofreció crecimiento desde sus propios significados (de-limitaciones) y no tenía mayor compromiso que ese. El modo en que fue recibido (y es recibido en general) su taller, depende de cada persona; de las historias de vida personales y de los significados (de-limitaciones) que cada una de las personas tenemos.
Dentro y fuera de las redes sociales existe mucha gente ofreciendo desarrollo personal. Dando desde su amor, pero sobre todo desde su comprensión delimitada de la realidad, lo que les ha funcionado en la vida. Yo, mediante Conocerse es amarse, no estoy exento de ello. Sólo podemos dar lo que somos (incluido en ello nuestra inconsciencia), además no podemos asegurarnos de que el Otro lo reciba como se pretende y quizás de aquí deriva la paradoja que crea la negatividad:
Un Otro ofreciendo desarrollo personal.
Lo personal es subjetivo por lo que nadie, más que uno mismo, puede sentir en qué momento y con qué medios procura su desarrollo.
Nadie desarrolla su personalidad porque alguien le haya dicho que sería útil o conveniente. La naturaleza jamás se ha dejado impresionar por consejos bien intencionados. Sólo la coacción actuando como causa, mueve a la naturaleza, incluso a la humana. Nada cambia sin necesidad y menos la personalidad del hombre. Ésta es enormemente conservadora, por no decir inerte. Sólo la necesidad más terrible consigue avivarla. El desarrollo de la personalidad no obedece, por tanto, a ningún deseo, a ninguna orden, a ninguna comprensión, sino exclusivamente a la necesidad; necesita de la coacción motivadora de los destinos intrínsecos exteriores e interiores.
Carl Jung
Realidad del alma
“El desarrollo de la personalidad no obedece a ningún deseo, a ninguna orden, a ninguna comprensión, sino exclusivamente a la necesidad”.
Y la necesidad no puede ser sentida más que por cada individuo.
Además de que el discurso de un Otro no es un molde universal y perfecto para el desarrollo de un Yo, otra cuestión que puede generar negatividad es que cuando se habla del desarrollo, se refiere de manera implícita su falta.
Por ejemplo, un niño que sabe reconocer opuestos y ha aprendido que “frío” es lo contrario de “hot” y que “frío” es también el opuesto de “caliente”, aprenderá las relaciones inversas sin necesidad de más entrenamiento (p. ej.: que caliente es el contrario de “cold”) y los elementos combinados (caliente y “hot” son lo mismo, no son contrarios). Si este niño se quema con agua “hot”, puede empezar a aprender a evitar agua “caliente” pero a no evitar, en cambio, el agua “cold”.
Esta es una de las razones por las que incluso una hermosa puesta de sol puede que no sea lo más adecuado para los humanos que están deprimidos […] Si “alegre” es lo opuesto de “triste”, entonces la alegría puede recordar a los seres humanos la tristeza. Ambas están relacionadas.
Steven Hayes
Sal de tu mente, entra en tu vida
Es decir…
- Cuando se habla de solución, implícitamente se refiere un problema.
- Cuando se habla de desarrollo, implícitamente se refiere una limitación.
- Cuando se habla de mejora, implícitamente se refiere un defecto.
Hablarle a alguien de su desarrollo es decirle implícitamente que está limitado.
Qué incómodo que me digan (pero sin decirme), que soy una persona que necesita solucionar algunos aspectos de su vida (tengo problemas), que necesita desarrollar sus cualidades (estoy limitado) y que puede mejorar como persona (tengo defectos).
Escribo de desarrollo porque me reconozco limitado y también concibo así al ser humano. Un límite es la otra cara del crecimiento.
la supuesta «normalidad» no es otra cosa más que un estancamiento del proceso de desarrollo. Esta idea, por cierto, no es nueva sino que constituye una formulación más precisa de aquella afirmación de Abraham Maslow que dice que «lo que, en psicología, llamamos normalidad es, de hecho, un tipo de psicopatología promedio tan poco dramática y tan ampliamente difundida que ni siquiera nos percatamos de ella».
Roger Walsh y Frances Vaughan
Las dimensiones transpersonales del desarrollo, en Trascender el ego
Quien haya llegado a un punto final de desarrollo es porque ha dejado de vivir y se ha convertido en una imagen (sin vida) a la que se le depositan las idealizaciones del ser humano.
Si el desarrollo ofrecido por un Otro se siente incómodo, esto puede disminuirse en la medida en que se reconoce que ese Otro tiene buena voluntad, también está en desarrollo y a fin de cuentas no es responsable, pero sobre todo, no puede darte tu desarrollo personal.
Para desarrollarte sirve la guía del Otro, pero el Otro no hace tu desarrollo.
Nadie más puede definir nuestros problemas verdaderos, mucho menos solucionarlos en nosotros. Si acaso parece que alguien nos soluciona un problema personal, es porque nos apoyó con lo externo, con las circunstancias que envuelven el problema, pero si no hay un cambio personal-interno, esas soluciones ajenas serán paliativas, pues no habremos comprendido la raíz (personal-interna) del problema y pronto estaremos enfrentando una situación similar.
El Otro tampoco nos da la sabiduría, la consciencia y el aprendizaje. Si bien puede enseñarnos, mostrarnos caminos, darnos ideas, generarnos reflexiones y en general ser un valioso apoyo; el Otro no percibe por nosotros, ni entiende por nosotros. Nuestros esquemas mentales están condicionados por la cultura y esta se transmite por los Otros, pero los procesos mentales que ponen en juego dichos esquemas son personales, íntimos, subjetivos.
¿Acaso el conocimiento propio nos llega siguiendo a alguna otra persona, perteneciendo a alguna organización en particular, leyendo libros, y así sucesivamente? Después de todo, ése es el principal problema: que mientras yo no me comprenda a mí mismo, no tengo base alguna para el pensamiento, y toda mi búsqueda será en vano. ¿No es así? Puedo escapar hacia cosas ilusorias, puedo huir de la contienda, del esfuerzo, de la lucha; puedo adorar a otro; puedo buscar mi salvación a través de otra persona. Pero mientras yo no me conozca a mí mismo, mientras no me dé cuenta del proceso total de mí mismo, no tengo base alguna para el pensamiento, para el afecto, para la acción.
Krishnamurti
La libertad primera y última
Cada persona define (percibe) sus momentos y sus medios para el desarrollo y cada persona se desarrolla a sí misma.
Estamos rodeados de expresiones bien intencionadas de desarrollo: psicoterapias, filosofías, chamanismos, budismos, yogas, meditaciones, posturas y ejercicios físicos, ritos, psicomagias, religiones, grupos de autoayuda. Así como de personas interesadas en su difusión: gurús, maestros, psicólogos, coaches, confidentes de la radio, amigos, hermanos, padres y madres, familiares, etcétera.
El desarrollo personal es personal, por lo tanto no hay una receta universal para lograrlo, mucho menos para promoverlo. Toda la oferta está para apoyarnos y si acaso algunas personas intentaran timarnos con el desarrollo personal, reconozcamos que hasta cuando se intenta hacer el bien se genera negatividad. Ante esta paradoja, la manera más confiable para decidir sobre la conveniencia de un Otro como apoyo es el sentimiento pleno. Mientras más cercanos estemos a nuestro sentimiento esencial (el más profundo y honesto), habrá mayor crecimiento porque procuraremos lo que nos sienta bien y dejaremos de lado lo que no. Independientemente de la intención original del Otro, podremos apoyarnos en diversas fuentes y seremos como unos maestros alquimistas del desarrollo. Cualquier fuente en la que estemos decidiendo apoyarnos será oro porque nos servirá en el momento presente.
Las expresiones de desarrollo personal no tendrían que padecerse, están para apoyarnos cuando así lo queramos.
Desde un punto de vista transpersonal, se considera que todos los clientes tienen capacidad de autocuración. Dicho de otra manera, el terapeuta no cura la dolencia del paciente, sino que capacita al cliente para que este conecte con sus recursos interiores y deje trabajar al proceso natural de curación o de crecimiento. Se considera además que el organismo humano intente mejorarse y superarse en el proceso de autorrealización.
Frances Vaughan
Psicoterapia transpersonal: contexto, contenido y proceso, en Más allá del ego