https://seguros.lavanguardia.com/2018/07/17/tres-millones-de-conductores-agresivos-circulan-en-espana/

Me dijeron pendejo y no me convertí en uno

Cómo tratar los insultos

Psicoterapia integral
5 min readNov 6, 2018

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Fui insultado en uno de esos semáforos mal sincronizados donde eres un estorbo si no avanzas con la luz verde, pero si avanzas, también te vuelves un estorbo cuando le toca la luz verde a los conductores que vienen en otro sentido. Aunque los autos sí podían pasar de forma constante, un conductor se tomó un momento para detener completamente su auto frente al mío (detuvo el tráfico) y mirándome fijamente me gritó con una dicción impecable «¡Eres un pendejo!». Lo único que pude expresar de manera automática fue una negación con la cabeza, mientras sentía en mi interior una gran incomodidad.

Cuando siento pena o enojo, mi cuerpo eleva su temperatura y enseguida comienza a sudar mi cabeza. En esta ocasión sucedió lo mismo. Mientras miraba al conductor-agresor y negaba con mi cabeza, mi cuerpo ya se había convertido en un pequeño hornillo y mi sensación psicológica era muy incómoda. Por mi mente pasaron muchas ideas negativas de enojo y tristeza y mientras seguía mi camino al trabajo me puse a pensar en el acontecimiento.

Entonces me di cuenta que estaba teniendo un tipo de fusión cognitiva, una mezcla inconsciente en la que las palabras de mi cabeza se funden con la realidad, de modo que las siento como ciertas o verdaderas.

La fusión cognitiva se refiere a la tendencia a permitir que el pensamiento prevalezca sobre otras fuentes de regulación del comportamiento debido a que terminamos por concederle mayor atención al proceso de la relación que al producto de tal relación. O, dicho en términos menos abstractos, la fusión cognitiva supone que tratamos a nuestros pensamientos de la misma manera que si fueran aquello que dicen ser.
Steven Hayes
Sal de tu mente, entra en tu vida

Y me pregunté: ¿soy un pendejo?

Después de meditarlo por un momento (¡Sí, de verdad lo reflexioné un momento!), decidí que no, que no soy un pendejo, lo que comenzó a calmar mi interior. Posteriormente, pensé en una metáfora cómica que me ayudó a explicarme el tipo de fusión cognitiva que estaba teniendo y calmó mucho más mi interior. Imaginé al conductor-agresor como un hechicero que muy al estilo de los hechizos infantiles: «Ojos de sapo, patas de rana, ¡que tengas suerte toda la semana!» o «¡Abracadabra Patas de Cabra!», me lanzaba el hechizo «¡Eres un pendejo!».

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La fusión cognitiva nos sucede todo el tiempo y es un mecanismo que desde la teoría cognitiva se reconoce como la fuente de diversos malestares psicológicos. Todo pensamiento que tomamos de forma literal, creemos y empoderamos como una verdad, representa un tipo de fusión cognitiva. Parece algo obvio e incluso podría sonar absurda la siguiente afirmación pero

una palabra no nos transforma, ni aquellas que idealizan un rasgo positivo, ni aquellas que buscan herirnos.

Pero a veces sentimos realmente (psicológicamente), que las palabras sí nos transforman y así como al príncipe que hechizan y convierten en sapo, así uno cuando le dicen pendejo y se siente pendejo.

Detrás de un insulto hay una persona que siente la necesidad de lastimar, sin embargo, si no hay contacto físico, el insulto se queda en lo psicológico y es en esta dimensión (pensando en las dimensiones físicas y psicológicas del ser humano), donde podemos terminar el conflicto. Para ello habrá que practicar y desarrollar nuestra consciencia y mediante ella hacernos “testigos” de los pensamientos, “verlos pasar”, no “subirnos a ellos”. Crear una metáfora que nos permita “tomar distancia” de los pensamientos que exacerban la emoción negativa. Uno de varios ejemplos que propone Steven Hayes es la «Mente anuncio: imagina que tu cháchara negativa es como los anuncios que aparecen de pronto en Internet.» Estas ventanas emergentes o popups, si bien pueden resultar un poco molestas, se eliminan de inmediato sin ocasionarnos un daño grave. Tú puedes crear cualquier metáfora para tomar distancia de la verborrea mental negativa.

Finalmente, lo que terminó por calmar mi interior fue que, al decidir no identificarme con las palabras «eres un pendejo», dejé la negatividad en la fuente, en el conductor-agresor, y decidí no “cargarla” más. Sinceramente, yo he sentido esa energía negativa de querer insultar a alguien, de hecho fue una de las ideas que pasó por mi mente cuando me insultó el conductor. Tener y reconocer en mí esta experiencia desagradable me permite imaginar un poco la incomodidad y negatividad que pudo haber sentido el conductor-agresor.

Cuando decimos «te amo», expresamos hacia el exterior una sensación agradable interna. Cuando alguien nos dice «pendejo» o cualquier insulto, no creo que se exprese desde una sensación agradable.

Un insulto es una expresión externa de lo desagradable que estamos sintiendo internamente.

Cuando alguien nos insulta y quiere lastimarnos, de manera inconsciente (psicológicamente) intenta “darnos o pasarnos” la gran incomodidad y negatividad que trae dentro — cuando le digo a una persona que la amo, intento compartirle lo que estoy sintiendo dentro de mí — . Lo que finalmente me calmó es que el conductor-agresor ya estaba pasándola mal dentro de sí, por lo que estaba de más que yo le devolviera el insulto.

Cuando hay un insulto, sin agresión física, es conveniente tratar con las palabras a nivel psicológico, hacernos conscientes de la carga negativa que nos quieren “pasar”, sentirla y para no identificarnos con las palabras y recibir su negatividad, comenzar a “tomar distancia” psicológica para disolver lo negativo dentro de la propia mente.

Cuando nos insultan (o cuando nosotros insultamos a alguien), indudablemente sentimos un piquete, un “auch” psicológico. A veces, quizás, nuestra reacción negativa sea tan espontánea como retirar la mano de algo caliente. A veces nuestra reacción negativa podría ser más rápida que la consciencia. A veces podríamos identificarnos con los insultos, creerlos, empoderarlos y responder agresivamente. A veces podríamos dejarnos llevar por la agresión, sin embargo, es bueno saber que también hay otra forma de tratar los insultos para no dejarnos envolver por lo negativo de alguien más y esto se resume en que: no somos el insulto.

PD1. Espero no ser insultado nunca más, pero no creo que suceda, así que cuando me enfrente a una situación de agresión psicológica espontánea, trataré de verla como una oportunidad para practicar mis habilidades psicológicas. ¡Digo!, al menos que me sirva de algo, ¿no?

PD2. El ejercicio de la consciencia o la “distancia psicológica” también funciona para cualquier tipo de juicio que hagan sobre nosotros. No somos el juicio.

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