Mis mejores amigos, nuestros monstruos y yo
Nosotros somos nuestro propio demonio, nosotros mismos nos expulsamos de nuestro paraíso. — Goethe
Hoy quedé de comer con mis mejores amigos. Ella es una persona extremadamente amorosa, él es una persona sumamente brillante.
Ella le da mayor sentido al mundo externo a partir de la vivencia de su mundo interno de símbolos. Es una gran exploradora de la realidad psicológica del ser humano. Le gusta meditar y nos habla de las energías, los chakras, Dios, niveles de consciencia, el karma, el universo, etcétera. Creo que la búsqueda de sí misma es más en función de la espiritualidad o la experiencia interna.
Él le da mayor sentido al mundo externo a partir de teorías y explicaciones lógicas. Es un genio de los conceptos, hace maravillas con los números y con cualquier trabajo intelectual. Le gusta disfrutar de los placeres de la vida y nos habla del amor, la nostalgia, la vida y de los conceptos desde sus dualidades en general. Creo que la búsqueda de sí mismo es más en función de la experiencia externa.
Finalmente, creo que yo me oriento un poco más por los afectos y los valores. Me gusta disfrutar de la música, el cine y otras expresiones y sobre todo trato de comprender por qué las personas hacen lo que hacen. Yo hablo un poco más de los sentimientos y de la moral. Creo que mi búsqueda la hago más en función de la integración de lo bueno y lo malo.
No es que los tres seamos únicamente como nos describí, pero me parece importante reconocer que a veces nos orientamos más en la vida desde estos puntos más personales, algo que nos enriquece cuando hablamos de nuestras experiencias de vida. Sin embargo, lo que últimamente nos ha unido más que nunca es hablar de nosotros en compañía de nuestros monstruos o demonios psíquicos.
Si de por sí es difícil que uno mismo acepte sus propios demonios, que otras personas los acepten es un acto de amor muy grande.
Nuestros monstruos son como una “personificación” de nuestra sombra, es decir, de nuestras partes problemáticas y vergonzosas que negamos y tendemos a reprimir pero que hemos ido aceptando gradualmente y que ahora trabajamos para mejorar. El tratamiento que les damos empieza por aceptarlos, pero no en el sentido de validarlos y dejar que hagan lo que quieran, sino de integrarlos como una parte nuestra. Sólo así, observándolos de frente, sabemos de qué miedos, ansiedades, inseguridades y demás aspectos negativos están hechos. De esta manera también desciframos qué son capaces de hacer ellos con nosotros.
Los tres hemos asistido a terapia psicológica, hemos trabajado formalmente con nuestra sombra, pero además de ello hemos construido un espacio distinto al de terapia que también resulta terapéutico. No es que nuestras pláticas sustituyan la terapia, son cosas distintas y por lo tanto obtenemos cosas distintas. Sin embargo, el espacio que he construido con ellos es único.
Platicamos de los asuntos cotidianos de nuestra vida que nos generan ansiedad, felicidad, tristeza, enojo, sorpresa, dudas; de los dilemas existenciales, de nuestros deseos prohibidos, de nuestros objetivos de vida, de la culpa cuando hemos lastimado a alguien, de nuestro desarrollo personal, de los sueños que tenemos cuando dormimos y de los sueños que tenemos cuando fantaseamos despiertos.
Algo importante que he identificado de nuestras conversaciones es que hacemos pocos juicios de la vida de los demás y creo que eso ha sido de gran beneficio. El juicio hacia los demás abona poco a nuestro crecimiento personal pues nos distrae de mirarnos a nosotros mismos. Tampoco hacemos muchos juicios de nosotros mismos, ya que en exceso parecen fortalecer la represión. Más bien platicamos con bastante sinceridad pues hemos ido reconociendo que…
si no aceptamos nuestros monstruos, si los reprimimos y no los vemos, no los podemos transformar.
Nuestra relación no siempre ha sido como miel sobre hojuelas. Hemos tenido todo tipo de experiencias que han llegado a afectarnos de manera muy profunda. A veces hemos tenido que darnos nuestro espacio y tiempo para trabajar en nosotros lo que no aceptamos del otro. Por fortuna, al día de hoy estamos unidos, sin embargo tengo claro que en esta amistad tan intensa todo puede pasar, al menos yo lo he aceptado así y es lo que apuesto por el crecimiento que he tenido a su lado.
I feel my life is better, so is the world we’re living in. I’m thankful for the time I spent with my best friend. — Jason Mraz
Agradezco a Jade Macías por haber realizado la obra que usé como portada para este artículo. Yo le dije más o menos lo que deseaba y ella lo plasmó en una bellísima obra. Consulten su página de Facebook